La cristalina sonoridad del "Trío Kristal"

Josefa Zambrano Espinosa/ http://www.analitica.com/va/arte/oya/4640699.asp / Domingo, 20 de marzo de 2011 /

Boconó es y será siempre “la magia, el paisaje y la escritura”, y también la música. Música que no sólo está presente en las rumorosas aguas de su río y sus quebradas sino en las melodías de sus compositores e intérpretes Gracias a las páginas de Crónicas del Boconó de ayer de José María Baptista, sabemos de la existencia en el año 1913 de la “Estudiantina Boconó”, y mucho más avanzado el siglo XX, en 1940, de la existencia de la “Estudiantina Ideal”, de la cual expresa: “Capítulo aparte merece la ‘Estudiantina Ideal’ que, con su lema ‘Todo por el arte’, fue un conjunto muy notable por lo numeroso de sus integrantes, su acoplamiento y la belleza de sus ejecuciones (...)”.

Entre los músicos que la integraron destaco la presencia de Rafael María Hernández, compositor, violinista y organista de la Iglesia Matríz de Boconó, a quien debo en 1967 (tenía yo 17 años y hacía mi primer viaje a Caracas para iniciar estudios en la Escuela de Derecho de la Universidad Central de Venezuela), la más extraordinaria y magistral clase “particular” sobre la Novena Sinfonía de Beethoven, palabras que escuché, y aún recuerdo, con gozo, cuando me tocó en suerte tenerlo como compañero de viaje en uno de aquellos insufribles carritos por puesto de la “Línea Los Andes” que cubrían la ruta entre Boconó y Caracas.

Además de eso, el profesor Rafael María Hernández fue el alma inspiradora del legendario “Trío Boconó”, integrado por Etanislao Mejía, Ernesto Araujo y Rogelio León, cuyos voces, instrumentos y canciones brillaron en los festejos conmemorativos del Cuatricentenario de Boconó en 1963, quedando registradas para la posteridad, tanto en el recuerdo de quienes lo escuchamos como en Boconó entre brumas, su disco de larga duración. Boconó entre brumas es un singular LP (long play) que incluye valses como “Entre brumas”, música de Oscar Berti y letra de Oscar Sambrano Urdaneta; “Tierra de mis afectos”, letra y música de Rafael María Hernández; “Boconó Cuatricentenario”, letra y música de Homero Leonardi; “Nostalgia Andina”, letra y música de César Prato. Boleros como “Boconó”, con letra y música de Juan María Viera y hasta un merengue criollo como “Boconesa”, letra y música de Ángel Jiménez.

En sus surcos creo que también podía escucharse uno que otro bambuco dedicado a Boconó, pero son canciones que hoy escapan a mis recuerdos, sobre todo porque, desafortunadamente, este maravilloso disco sólo es posible hallarlo en manos de algún escaso coleccionista. Con el tiempo, y gracias a esa Gran Dama de la cultura que fue Myriam Sambrano Urdaneta de Urosa, el Ateneo de Boconó rescató la tradición boconesa de las veladas culturales con lo que se llamó las “Noches Boconesas”, que fueron, según escribía Oscar Sambrano Urdaneta en 1998, “espacio para el reencuentro y la nostalgia de quienes visitaban a su tierra con motivo del asueto de Semana Santa. Después, esta programación salió del Ateneo hacia la Plaza Bolívar, donde se convirtió en una fiesta popular que se continúa escenificando con la participación de artistas profesionales y de aficionados locales”.

Y quizás fue en uno de esos jueves de “Noches Boconesas”, cuando ya se celebraban en la Plaza Bolívar bajo la dirección del maestro Nacho Barazarte --reconocido compositor y virtuoso del arpa criolla--, que en un grupo de músicos boconeses nació la idea de unir sus voces y sus instrumentos para andar tras las huellas de aquellos maestros Araujo, Mejía y León, que décadas atrás habían dado vida al “Trío Boconó”, sólo que esta vez el aliento inspirador no lo recibieron de Rafael María Hernández sino de otro músico y compositor, el maestro Chalino Barazarte. Así pues, Chalino Barazarte, Fernando Durán, Antonio Moreno y Guillermo Gudiño, dan a conocer en 1997 un nuevo conjunto musical, el cual no sería otro que el “Trío Kristal” con K, nombre que a un mismo tiempo homenajea y distingue de aquel “Trío Cristal” de origen paraguayo que contó entre sus cantantes a Enrique Casanova, Pedro Ramírez, Raúl Shaw Moreno y Altemar Dutra. Motivado a “la ausencia física de Chalino” el trío guarda silencio.

Silencio transmutado en música cuando logran integrar al sonoro e inigualable requinto de Gustavo Urbina y las maracas de Jesús Olmos. Es sólo entonces cuando Antonio Moreno (guitarra y 3ª voz), Fernando Durán (bajo y 2ª voz), Guillermo Gudiño (percusión y 1ª voz), Gustavo Urbina (requinto), Jesús Olmos (maracas) y Héctor Rafael Briceño como cantante invitado, renuevan el impulso vital del “Trío Kristal”. La música habita en ellos. Sus voces e instrumentos se acoplan cada vez mejor.

Sienten la armonía y la melodía, y con ellas el amor y la alegría de vivir que fortalecerán su disciplina para afrontar el reto de grabar su primer disco compacto; pero eso sí, ¡sólo con talento boconés! ¡Y así fue! Una flor, un clavel nace en el estudio de grabación “Inversiones Moreno”, donde la grabación y las mezclas son realizadas por el propio Antonio Moreno en colaboración con Jean Carlos Maestre; los arreglos, desde luego, son del “Trío Kristal”, mientras el arte y la diagramación se deben a la arquitecta Soraya Hage Pisani.

Una flor, un clavel debe su título a la canción homónima del compositor Hernán Torres, pero es un disco que rinde homenaje a la época de oro del que fue, es y será uno de los más grandes tríos que haya existido, el “Trío Los Panchos”. Escuchar “Triunfamos”, “Rayito de luna”, “Un siglo de ausencia”, “Sin ella”, “Sin ti”, “No me quieras tanto”, es regresar a ese maravilloso tiempo de la radio y el Cancionero Picot (promocionado por la Sal de Uvas del mexicano Laboratorios Picot), cuando nuestros Radio Days (Woody Allen dixit) estaban signados por los boleros, valses, rancheras, pasajes, bambucos, chachachás, guarachas y pasodobles, que en las grandes voces y orquestas latinoamericanas, escuchábamos a través de las ondas de “Radio Boconó”. Mención especial debo hacer sobre las magníficas versiones y excepcionales arreglos que ha hecho el “Trío Kristal” de “Flor de Azalea” y de “Ansiedad”, pues al lograr que las guitarras “hablen y lloren” como si de guitarras peruanas se tratara, le dan un toque de absoluta originalidad que nos devuelven el placer de escucharlas como si fuera la primera vez. Reconforta en estos tiempos de barbarie haber encontrado por los caminos de mi anhelada Ítaca, Boconó, al “Trío Kristal”, cuyo repertorio no está impregnado de la soez procacidad de las letras y la vulgaridad del ritmo que caracterizan a las composiciones de los “artistas” que reptan bajo las botas de quienes ya ejercen un deslegitimado poder, y como si fuera poco, luego se jactan de destruir a esos templos de la cultura que son y siempre serán los Ateneos, Academias, Bibliotecas y Centros de Historia en nuestra trujillana comarca. ¡Y para gloria de Boconó!, ojalá el “Trío Kristal” pueda grabar un nuevo disco compacto que incluya las canciones de Boconó entre brumas, ya que con el talento de sus músicos lograría versiones y arreglos que serían un grandioso homenaje no sólo a la auténtica música boconesa sino a sus compositores clásicos y, sobre todo, a los maestros Etanislao Mejía, Ernesto Araujo y Rogelio León, y su “Trío Boconó”, ya que al igual que ellos cultivan la sensibilidad, la belleza y la técnica que hacen posible la trascendencia de una gran ejecución musical. jzambranoe31850@gmail.com

Publicar un comentario

0 Comentarios