Para flexibilizar tu cerebro y ponerte en los zapatos del otro, debes usar diferentes formas de pensamiento

Mucho hemos escuchado sobre ponerse el zapato del otro, de hecho en las discusiones muchas veces sale a relucir el "ponte en mis zapatos", porque la verdad es que cuesta no centrarse en sus creencias para centrarse en las creencias y perspectivas del otro.

Cortesía: @psicologayosmarfernandez.blogspot.com

Lo que ocurre es que flexibilizar el cerebro depende de un entrenamiento que debemos darle en forma consciente, como parte de nuestra higiene mental, y no estamos acostumbrados a hacerlo porque llegamos hasta la higiene bucal, física y del entorno, pero jamás nos ocupamos de la higiene mental, lo que trae como consecuencia que las personas presenten conflictos emocionales, desequilibrios e inclusive trastornos psicológicos que llegan a complicar más el estado de salud y la calidad de vida de las personas.

Esto ocurre paulatinamente y no necesariamente tiene que ocurrir pero es más alta la probabilidad, a diferencia de las personas que trabajan su mente, la entrenan y la usan en forma consciente para tener un mayor control de sus emociones y de su vida en general.

Imagen cortesía de criafama.es 

Para ayudarte a flexibilizar el cerebro te dejaré algunas recomendaciones importantes.

Cada mañana al despertar, concéntrate en ti, en qué está ocurriendo en ti en este momento, qué sientes y qué emoción estas experimentando, trata de hacerte consciente de tus pensamientos y sensaciones y recibe tu nuevo día.

Luego imagina alguna situación en la que no hayas estado de acuerdo y describe lo que piensas de ello. Después vas a pensar desde distintas perspectivas que te describo a continuación valiéndome de la técnica de los seis sombreros para pensar de Edward Bono.

 Ponte el primer sombrero: el blanco, con este sombrero harás que tus pensamientos sean más objetivos, neutros y vacíos de sesgos, es decir, te alejarás de tus creencias y juicios de valor, para ajustarte a pensamientos que puedes comprobar con hechos y ver la situación de la forma más clara posible. Saca tus emociones del contexto y actúa como un abogado, no se puede dar por echo aquello de lo que no tenemos pruebas.

Ponte el sombrero negro: este representa lo lógico-negativo y nos enseña a comprender por qué ciertas cosas pueden salir mal, no funcionar o no acontecer de la forma que nosotros pensamos. Con este podemos ser más realistas, este tipo de pensamiento se nutre de nuestra experiencia pasada para evitar caer en los mismos errores.

Ponte ahora el sombrero verde: este sombrero exige originalidad, creatividad, cruzar fronteras, hacer posible lo imposible. Con este pensamiento podemos ser provocativos y no tan conservadores, y nos lleva a usar lo novedoso antes que el juicio restrictivo, con este se generan más propuestas y/o alternativas. Es importante librarnos de juicios y condicionamientos externos e internos y dejar que fluya la imaginación.

Usa ahora el sombrero rojo: con este podrás producir pensamientos más pasionales y emotivos, aquí tomarás en cuenta el corazón, es lo contrario del blanco, no nos salimos del contexto, sino que nos involucramos en el desde nuestras emociones y sentimientos, escucharemos lo que dice nuestra intuición con respecto a la información que tenemos, analizando las emociones y necesidades de los demás.

Usa el sombrero amarillo: éste se usa para encontrar un pensamiento contrario al que obtuviste con el sombrero negro, es decir, no usarás un enfoque lógico-negativo y realista, sino un enfoque de pensamiento lógico-positivo. Ver las posibilidades donde otros no las ven, piensa siempre siendo realista pero optimista para lograr ver nuevos retos. Con este desarrollaremos un enfoque constructivo y optimista, pero manteniendo los pies en la tierra, porque llegar a la fantasía o la pasión irracional nos desvía al pensamiento que tenemos cuando usamos el sombrero rojo.

Finalmente usa el sombrero azul: este pensamiento lo abarca todo, siempre está presente y domina cada rincón. A su vez, transmite tranquilidad, equilibrio y también autocontrol, representa el pensamiento estructurado, el que se centra y nos guía en cada paso, señalando alternativas, proponiendo nuevas estrategias y manteniendo el control en cada secuencia para que no nos vayamos por las ramas o nos quedemos estancados.

Aplicando esta técnica para ayudar a que nuestro cerebro se flexibilice, también estamos ayudando a que podamos tener la habilidad para pensar desde distintas perspectivas a la hora de tomar decisiones porque cuando aparece un problema o intentamos tomar una decisión, cada sombrero nos ofrecerá una premisa, una visión, un encuadre concreto.

Una vez los hayamos usado todos, nos sentiremos más capacitados para tomar decisiones y las repuestas que emitamos después no solo serán más acertadas, sino que también serán mucho más creativas y originales.