La Crónica Menor/ CARLOS SANCHEZ ESPEJO

Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo/
En el siglo XX fue prolífico en clérigos venezolanos que se destacaron en el ejercicio del ministerio presbiteral, sobresaliendo en diversos campos del trabajo pastoral y de la vida pública, tanto en la capital como en la provincia, aportando su piedad, ciencia, dedicación, intelectualidad y ejecutorias. Es una página que está por hacerse para regocijo de propios y extraños.

Uno de ellos, fue el tachirense Carlos Sánchez Espejo, cuya efemérides centenaria está comenzando. Nacido en Rubio en noviembre de 1910, heredó de su padre periodista la afición por las letras y la pluma; y de su madre, la piedad cristiana. Su posterior formación humanística y sacerdotal en Caracas y Roma le abrió horizontes para su fecunda labor intelectual. Ordenado sacerdote por Mons. Tomás Antonio Sanmiguel, le guardó devoción y pregonó sus virtudes. Quedó en deuda con su mentor, pues no concretó la biografía humana y espiritual que anheló plasmar para ejemplo de su grey.

Tuve la dicha de gozar de su amistad y compartir inquietudes que expresaba en las tertulias que sostuvimos. De conversación amena e incansable, dotado de una memoria envidiable y de una cultura enciclopédica, beber en su pozo era una delicia y un ejercicio del que se salía enriquecido.

Ocupó los cargos eclesiásticos de vicario cooperador y párroco, fundador y director de colegios, profesor en institutos públicos y privados, catedrático universitario. Director del Diario Católico, columnista, ensayista, orador sagrado, autor de numerosos libros. Su tesis doctoral sobre el patronato eclesiástico forma parte de las inquietudes de notables eclesiásticos por superar tan anacrónica ley. Fue diputado por el Táchira en la Constituyente del 47. Miembros de numerosas academias nacionales y extranjeras. Varias dependencias universitarias llevan su nombre. Canónigo y Protonotario Apostólico. Cargado de años y méritos entregó su alma al creador hace cinco años.

El centenario de su nacimiento será ocasión para dar a conocer su obra y proyección. Escribió sobre lo humano y divino. Se calcula en más de dos millones y cuarto de palabras, el volumen de sus obras. Lo recordamos agradecido por su ejemplo sacerdotal, su dedicación a evangelizar desde la cultura, su incansable labor intelectual, su amor incondicional a la Iglesia. Es uno de los pilares sobre los que la fe cristiana venezolana puede sentir el sano orgullo de quien supo multiplicar con creces los talentos recibidos.


46/ 5-11-10 (2514)

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