JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ CABALLERO DE LA FE


Luis Javier Hernández Carmona*

¡𝑺𝒆 𝒉𝒂 𝒉𝒂𝒃𝒍𝒂𝒅𝒐 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒄𝒊𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂! 𝑺𝒊𝒏 𝒆𝒎𝒃𝒂𝒓𝒈𝒐, 𝒏𝒐 𝒉𝒂𝒚 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒎á𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒄𝒊𝒂𝒅𝒂, 𝒍𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒗𝒊ó 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒆𝒏𝒈𝒂ñ𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒔 𝒑𝒍𝒂𝒄𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒇𝒍𝒊𝒄𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂, 𝒍𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎á𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈ó 𝒂 𝒔𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒄𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒔í 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒂 𝒆𝒔𝒑í𝒓𝒊𝒕𝒖, 𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒚, 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂 𝒚 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒗𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒐 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐, 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒂𝒎á𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈ó 𝒂 𝒔𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒔𝒄𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒚 𝒂𝒍𝒄𝒂𝒏𝒛ó 𝒆𝒏 𝒑𝒆𝒓𝒄𝒊𝒃𝒊𝒓 𝒆𝒏 𝒍𝒐 𝒎á𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒇𝒖𝒏𝒅𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒆𝒙𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒚 𝒒𝒖𝒆 “é𝒍 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒐”, 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒐 𝒚𝒐, 𝒆𝒙𝒊𝒔𝒕í𝒂 𝒅𝒆𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝑫𝒊𝒐𝒔.

(𝑺𝒐𝒓ë𝒏 𝑲𝒊𝒆𝒓𝒌𝒆𝒈𝒂𝒂𝒓𝒅).

Alrededor de la figura de José Gregorio Hernández se han entretejido innumerables argumentaciones que constituyen un rico campo interpretativo de tan excelsa figura. Con respecto a las categorizaciones más usuales tenemos: la de científico, médico de los pobres, venerable; resaltando particularmente la de siervo de Dios para significar su predisposición a servir de una manera excepcional a Dios a través del servicio al prójimo y la conversión religiosa, que en momentos quiso materializar entregándose a la vida sacerdotal, pero por razones ya conocidas, debió desistir de la idea, sin embargo perteneció a la  tercera orden franciscana; ideada ésta  para ubicar, en un estadio intermedio entre el claustro y el mundo, a quienes quisieron seguir los pasos de San Francisco de Asís.

Indudablemente José Gregorio Hernández es un arquetipo místico que nos ha acompañado por generaciones y así seguirá siendo por la fuerza de la figura emblematizada desde diferentes perspectivas, pero principalmente, por la manera de calar en lo más hondo del pueblo venezolano que lo ha hecho suyo en la cercanía cotidiana, amparándose bajo su égida frente a las adversidades de salud. En lo particular, el hogar donde me formé guarda una profunda devoción por él, para hacerlo tan cercano e impulsar la indagación sobre su vida y obra; ejercicio que acrecentó la admiración e interés por tan compleja personalidad.

En esa indagatoria siempre me ha llamado la atención las bases sustentadoras de esa singular personalidad que supo conjuntar los caminos de la ciencia con la fortaleza de una fe inquebrantable. Y fue la invitación a participar en el II Claustro Académico en el Seminario Mayor Corazón de Jesús de Trujillo dedicado al siervo de Dios, cuando encontré un filón que pareciera explicar de una manera muy sólida esa excepcional forma de ser y poderlo calificar como Caballero de la fe, a partir de una filosofía de la voluntad. De este modo, indagar sobre un área poco explorada hasta el momento.

Bajo el entendido de evitar especulaciones sobre tan egregia figura, o de caer en el peligroso campo anecdótico, donde el nivel especulativo pudiese distorsionar en momentos los contenidos argumentales, me di a la tarea de revisar las obras completas de Hernández Cisneros editadas por la Universidad Central de Venezuela, en 1968, especialmente su texto Elementos de filosofía, publicado originalmente en 1912, en el cual, aparece una afirmación capital de José Gregorio Hernández sobre su vida:

El alma venezolana es esencialmente apasionada por la filosofía… Esta filosofía me ha hecho posible la vida. Las circunstancias que me han rodeado en casi todo el transcurso de mi existencia han sido de tal naturaleza, que muchas veces, sin ella la vida me habría sido imposible. Confortado por ella he vivido y seguiré viviendo apaciblemente. 

En este sentido existe una homologación de la vida con la acción humana regida por principios sensibles, convicciones profundamente espirituales a conformar una práctica moral, o en todo caso, la conciencia como Ser de la trascendencia bajo la asunción de la vida a manera de apostolado que soporta una voluntad infranqueable frente a los propósitos existenciales, sosegados por una vida apacible, pero potenciada con el habitar el mundo desde la bienaventuranza. Para muchos, este libro de filosofía es una muestra más de su erudición, para él, un testimonio de vida, tal cual lo confiesa a su amigo Santos Dominici en carta del 20 de febrero de 1912, donde hace la siguiente revelación:

Para todo el mundo ese libro no es otra cosa que un resumen banal de filosofía, pero a ti te confieso que esa pequeña obra es casi una confidencia, pues en ella están tratadas las cosas que más he amado en mi vida; son mis más caros afectos que lanzo a la calle.

Compleja tarea tiene por delante el lector de rebujar entre principios filosóficos universales, aquellos que acendran la acción humana de Hernández Cisneros, pues su libro está apuntalado por una profunda reflexión sobre contenidos atinentes a la constitución del ‘espíritu cultivado’ a través de la formación y conocimientos clásicos de filosofía, como base fundamental “para irse formando su filosofía personal, la suya propia, la que ha de ser durante su vida la norma de su inteligencia, aquella de la cual ha de servirse para poder existir como pensador.”

Entonces queda fehacientemente demostrado que José Gregorio Hernández tomó de la filosofía tradicional los estamentos que adecuó para su filosofía personal, mediada por el conocimiento científico y la convicción cristiana; ambas trasvasadas por la acción humana aferrada a una conciencia del bien y la entrega al prójimo. Un punto fundamental para comprender el carácter profundamente voluntarista de Hernández Cisneros a modo de práctica existencial, que pasa de una convicción filosófica personal, a un fortalecimiento dentro de un gentilicio caracterizado por la manifestación espiritual frente a las circunstancias presentadas. Para él:

El alma venezolana es esencialmente apasionada por la filosofía. Las cuestiones filosóficas la conmueven hondamente, y está deseosa siempre de dar solución a los grandes problemas que en la filosofía se agitan y que ella estudia con pasión. La ciencia positiva, la que es puramente fenomenal, la deja la mayor parte de las veces fría e indiferente.

Existe, pues, un tácito reconocimiento de la espiritualidad del venezolano en su manifestación sensible otorgada por la reflexión filosófica, para dotarlo de herramientas que ayuden a confrontar los fríos razonamientos de la ciencia positiva con la manifestación de lo subjetivo-trascendente, o más bien, bajo la combinatoria de lo objetivo-racionalista y lo subjetivo. En este sentido, Hernández Cisneros nunca negó la teoría evolucionista, solo antepuso que el mundo había sido creado por una instancia superior: Dios. Por siempre antepuso la sensibilidad del hombre ante las circunstancias de la vida, moldeando su perspectiva argumental desde sí mismo para constantemente manifestarse en testimonio de fe, y entrega al servicio de lo sagrado y lo terreno. De este modo, se reconoce venezolano a partir de un lugar de excepción, en sus palabras:

Dotado como los demás de mi nación, de ese mismo amor, publico hoy mi filosofía, la mía, la que he vivido; pensando que por ser yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis compatriotas, como me ha sido para mí, constituyendo la guía de mi inteligencia.

En este sentido la filosofía es praxis de vida, filosofía forjada sobre la consciencia del Ser para fundamentar toda una acción profundamente humana, de decidida convicción espiritual para sobreponerse a la materialidad del mundo. 

Precisamente sobre la base de esa filosofía tan particular, José Gregorio Hernández se constituye en Caballero de la fe. Categorización utilizada por el filósofo danés Sorën Kierkegaard para tipificar a quien manifiesta un amor incondicional a Dios, al convertirse Él en su centro de vida y acción manifestada a través de una fe inquebrantable. Definida esta fe a modo de profunda convicción que alienta la voluntad de reconocerse desde la presencia divina, ser parte consustancial de ella mediante la entrega total al servicio de Dios.

La manifestación de la fe a manera de pasión existencial ubica a José Gregorio Hernández en esta alusión kikergiana, desde dos perspectivas: la primera, en la soledad reflexiva de la oración a modo de instrumento para acendrar el espíritu frente a la divinidad. La segunda, por su entrega al prójimo y proximidad comunitaria, al ver en el sufrimiento y esperanza del otro, una oportunidad para llegar a Dios. De hecho el Caballero de la fe comparte la cotidianidad de una manera natural como complementariedad de su conciencia trascendente, que nunca lo aleja por su convicción religiosa, sino más bien, lo acerca para ser testimonio de vida y fe.

En este aspecto quiero puntualizar algunos elementos sobre José Gregorio Hernández referidos a su cotidianidad, porque en momentos, algunos enfoques parecieran dar a entender una estricta sujeción a la oración y contemplación religiosa, prácticamente desconectado con el mundo circundante en lo referente a los considerados asuntos banales. Por lo que es preciso indicar, el gusto de Hernández Cisneros por el baile, tal como queda registrado en una carta dirigida a Santos Dominici, el 14 de enero de 1889, sobre su participación en un baile en Valera, hasta las cuatro de la mañana; leamos el testimonio en viva voz:

Me detuve a comprar unos dulces para mitigar la sensación de hambre que se desarrolla en mí de una manera poderosa una vez que monto a caballo; inmediatamente me vi rodeado de todos mis amigos de aquel lugar que me agarraban y en un abrir y cerrar los ojos me desmontaron y participáronme que habían resuelto que me quedaría ese día allí para bailar en la noche, yo me rehusaba firmemente y me excusaba de mil modos, todo fue inútil: no hubo más remedio que acceder y bailar toda la noche hasta que a las cuatro monté a caballo para seguir mi viaje; muy maltratado llegué a Timotes.

De esta manera el caballero de la fe interactúa en su cotidianidad a partir de la convicción filosófica que da sentido y soporte a su voluntad para convivir en diversos espacios bajo la égida de Dios. Más aún, José Gregorio Hernández vincula lo trascendente con lo cotidiano; en un medio profundamente científico-racional, nunca abandona su visión de creyente al actuar según los designios de Dios, asumidos a modo de acción existencial y plenitud espiritual. Por el contrario, argumenta que existen construcciones de lógicas de sentido mucho más complejas que las denominadas ciencias exactas, pues sus criterios argumentativos incorporan los constructos experenciales; a decir de Hernández Cisneros:

El método de la Lógica, lo mismo que el de la Moral y el de la Estética, es el método con el criterio de evidencia. En estas ciencias el método deductivo no produce los mismos resultados que en las Matemáticas, porque los respectivos objetos de ellas, la verdad, la belleza y el bien, son mucho más complejos que los números y las figuras, y han de ser conocidos por la experiencia, lo que no sucede en las matemáticas.

Ante tales especificidades argumentales, propone la metafísica a modo de elemento conciliador entre lo objetivo-racionalista y lo subjetivo, e incluye al percibiente a manera de instancia inicial del proceso interpretativo. Al mismo tiempo, concede a la estética la primacía para la búsqueda de la razón perfecta enraizada a la profunda manifestación del humano ser que intenta expresarse mediante el sentimiento estético, quien posibilita la aprehensión de lo percibido a partir de los mundos primordiales del sujeto percibiente o formas constituyentes de la voluntad a regir la acción humana.

El llamado sentimiento estético por Hernández Cisneros, no solo queda circunscrito a la expresión artística, sino que es trasferible a otros momentos y circunstancias en las cuales el sujeto desde su cotidianidad, necesita incorporarse a los espacios de la trascendencia para encontrarse con la presencia divina, establecer una comunicación más allá de los planos terrenales e ingresar a dimensiones místicas por medio del estremecimiento causado por la fe y la fuerza de la oración. A partir de esta especial relación se crea en el Caballero de la fe, el estado de apacibilidad espiritual de la que habla José Gregorio Hernández al referirse a la acción de la filosofía, de su filosofía como práctica de vida.

La voluntad expresada por el Caballero de la fe, crea una comunicación que hace de lo ordinario una oportunidad extraordinaria para el encuentro con la libertad de expresarse con mayor fuerza y pasión ante la presencia divina. Al mismo momento de crear estados excepcionales con respecto a los otros; destacarse sobre la convencionalidad e ingresar a una vida completamente consagrada sin abandonar los predios de la cotidianidad, pues debe mantenerse a modo de testimonio vivo y palpable del encuentro con la santidad. E indudablemente esos encuentros producen el placer nunca experimentado en los planos terrenales.

Bajo esta acción y referencia, la fe pasa a convertirse en un ‘someterse libremente’ o acto voluntario que arraiga la libertad del creyente, donde la fe garantiza lo que se espera, hace perceptibles las realidades no vistas en lo aparente, sino en la trascendencia del acto místico, tal y como la profesaba Abraham. Además de la vinculación con la divinidad, la fe involucra la potencialidad humana de sentir a través de la convicción y fuera de cualquier convencionalismo, o mero cumplimiento de actividades religiosas, a manera de simples actividades de carácter social. De esta forma los Caballeros de la fe, son seres de excepción, donde indudablemente está José Gregorio Hernández como ejemplo de fuerza y talante cristiano.

Durante esta disertación, en ningún momento he llamado a José Gregorio Hernández, ni doctor, ni santo; lo he llamado por su nombre, para intentar mostrar la construcción de un Ser profundamente humano: al HOMBRE cultivado que trascendió a los espacios de la excepcionalidad, para transfigurarse en un Ser superior mediante el encuentro con Dios en todas sus facetas y modalidades de vida. Un auténtico Caballero de la fe, practicante de una filosofía de la voluntad que traspasa fronteras para edificar mundos donde el sosiego y transparencia del espíritu, sirven de camino de redención y esperanza encarnada en la figura de nuestro santo de sombrero y pulcro vestir.

El Paraíso, febrero, 2021.


* Doctor en Ciencias Humanas

Profesor Titular Universidad de Los Andes-Venezuela

Coordinador General Laboratorio de Investigaciones Semióticas y Literarias (ULA-LISYL)

Miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua. Correspondiente de la Real Academia Española.

Blogspot: http://apuntacionessemioliterarias.blogspot.com* Doctor en Ciencias Humanas

Profesor Titular Universidad de Los Andes-Venezuela

Coordinador General Laboratorio de Investigaciones Semióticas y Literarias (ULA-LISYL)

Miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua. Correspondiente de la Real Academia Española.

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