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Alexis
José Urbina Pimentel
Los sistemas políticos y los modelos económicos tienen un profundo impacto
en el devenir histórico de un país. Es de hacer mención que en Venezuela, los
últimos veinte años ha sido aplicado paulatinamente el sistema socialista,
cuyas premisas fundamentales son el apoderamiento de los medios de producción
por parte del Estado; la prospección hacia la eliminación de la propiedad
privada; el asentamiento de los militares en los cuadros de poder; la ideologización
y adoctrinamiento de una parte de la sociedad; la minimización de la seguridad
jurídica mediante la implantación de un Estado en el que impera la
discrecionalidad; y sobre todo la supresión de la forma de representación democrática
más idónea, como lo es alternabilidad en el poder.
Igualmente, es necesario hacer la inferencia que cuando Hugo Chávez llegó
al poder en el año 1998, no le dijo al pueblo toda la verdad, - sólo se limitó
a decir la verdad que a él le convenía-. Recuerdo que repetía de manera retórica,
que el socialismo que él promulgaba mejoraría los niveles de vida del
venezolano. No obstante, hoy día, en pleno 2019 – sin haber ni siquiera llegado
a el tan nombrado 2021- , nuestro país está completamente arruinado; como
ejemplo de ello, se puede ver sin ningún tipo de dificultad, como la educación
está destruida, en todos sus niveles; las dimensiones de la pobreza son
realmente alarmantes; la salud se encuentra en un marasmo, lo que redunda en un
sistema de salud colapsado completamente; en lo que respecta al trasporte público,
estamos en unos niveles sólo comparables con los de los países del continente
africano; la producción agrícola y pecuaria se encuentra en su más bajo nivel,
como consecuencia lógica de veinte años de expropiaciones; todo esto como una
pequeña muestra del gran mal que aqueja al país.
Ahora bien, si intentamos hacer un ejercicio de evocación, debemos recordar
que el difunto presidente, hizo muchas promesas, -hoy día no cumplidas-dentro
de las cuales se pueden nombrar: la construcción de una red ferroviaria que
uniría el occidente y el oriente del país; la sistematización de una gran red eléctrica que serviría como
punto de unión entre Venezuela y Argentina, pasando por Brasil; la edificación
de un puente que uniría a Puerto La Cruz
con Margarita; y la construcción de otro puente entre Maracaibo y la Costa
Oriental del Lago, para nombrar solo las obras de infraestructura prometidas.
No obstante, dentro de los mega proyectos inconclusos, -como la Sagrada
Familia de Gaudí-, existió uno que nos compete a los boconeses, como lo fue la
tan nombrada Marqueseña, vía que uniría a Boconó con Barinas, en un trayecto
que supuestamente duraría apenas una hora. Hagamos memoria, la Marqueseña, fue
el mega proyecto bandera en el estado Trujillo, para la huestes del gobierno
chavista. Sin embargo, la realidad fue otra, una obra que sólo sirvió para
dilapidar miles de millones de bolívares – de esos que si valían-, y para que
muchos de esos millones fueran a parar a destinos desconocidos de la palestra
pública, no obstante, sirvieran de manjar para crear fortunas que irían cimentando
el neo-riquismo del siglo XXI.
Como colofón, se puede afirmar que la Marqueseña fue una obra más que esta
revolución -a la que de debería de llamar -involución-, no realizó. Lo que si estoy seguro, es que la historia de
nuestro país, recobrará más temprano que tarde el sendero que nos conduzca
hacia la prosperidad. Por eso apreciados coterráneos boconeses, no perdamos la
fe, el futuro es de prosperidad y está a la vuelta de la esquina.
Docente, periodista y abogado
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