A seis años de su partida terrenal Juan Pablo II se convirtió en beato

***Karol Józef Wojtyla nació en Wadowice (Polonia), el 18 de mayo de 1920 y su larga y fecunda existencia terrenal concluyó en el Palacio Apostólico Vaticano, el sábado 2 de abril de 2005, víspera del Domingo in Albis, que llamó día de la Divina Misericordia. El funeral solemne se celebró en la Plaza de San Pedro el 8 de abril de 2005.

Yosmar Fernández Villegas /imagen cortesía de elsigloweb.com

En la foto multitudinaria presencia de fieles en el acto de beatificación de Juan Pablo II /

Desde la muerte de Juan Pablo II han transcurrido seis años en los que los fieles de toda América solicitaron su beatificación, declarada el día de hoy en un multitudinario acto religioso celebrado en la plaza de San Pedro en Roma.

El acto lo presidió el papa Benedicto XVI donde se presentaron más de un millón de personas que manifestaron su emoción por este acontecimiento a través de las lágrimas mientras hondeaban las banderas rojas y blancas de la Polonia Natal de Karol Wojtyla, quien de este modo inició el camino para convertirse en santo, con lo que viene a traer aliento y esperanza en el mundo actual.

Un testimonio del bien que realizó Juan Pablo II fue la participación de numerosas delegaciones de todo el mundo y de millones de hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que reconocieron en él un signo claro del amor de Dios por la humanidad.

Las características de su espiritualidad a las que permaneció fiel hasta la muerte, fueron su sincera devoción al Espíritu Santo y el amor a la Virgen. Su relación con la Madre de Dios era especialmente profunda y viva, vivida con la ternura de un niño que se abandona en los brazos de la madre y con la virilidad de un caballero, siempre dispuesto a obedecer a las órdenes de su Señora: "Hagan todo lo que el Hijo les dirá". Su confianza total en María, que como obispo expresaría en el lema "Totus tuus", revelaba también el secreto de ver el mundo a través de los ojos de la Madre de Dios.

Su luminoso magisterio no tuvo otro propósito que anunciar siempre y en todo el mundo a Cristo, único Salvador de la humanidad.
En su extraordinario ardor misionero amó con un amor especialísimo a los jóvenes. Las convocaciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud tenían como objetivo anunciar a las nuevas generaciones a Jesucristo y su Evangelio para que fueran protagonistas de su futuro y cooperar en la construcción de un mundo mejor.

Hoy queda sellada la labor terrenal para inicial la labor espiritual de este beato una vez que el papa Benedicto XVI pronunciara las palabras “Juan Pablo II es beato”, mientras se descubrió su imagen sonriente, colgada en el balcón principal de la Basílica de San Pedro.

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