Infografía del Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela, A.C. |
Jigsaw la incubadora tecnológica creada por Google y operada ahora como subsidiaria de Alphabet, ha creado una herramienta, Intra, para proteger a los usuarios contra la manipulación de DNS, una de las formas más habituales de censura empleadas por los gobiernos para bloquear el acceso a páginas de noticias, plataformas de social media o aplicaciones de comunicación, y la ha puesto a prueba en Venezuela, un país con evidentes problemas de acceso a la información. Es habitual que algunos gobiernos, además de tratar de monitorizar las conexiones a internet de sus ciudadanos, alteren o bloqueen los servidores DNS para evitar el acceso a determinadas paginas o redirigir a los usuarios a otras páginas.
Una vez descargada, la app actúa como un interruptor, al estilo de una VPN que puede conectarse o desconectarse, y crea una conexión cifrada entre el smartphone del usuario y los servidores de DNS de la propia Google (las conocidas 8.8.8.8 y 8.8.4.4 ofrecidas al público desde diciembre de 2009), de Cloudflare (el 1.1.1.1 sobre el que hemos comentado anteriormente) o de otros proveedores, lo que convierte la tarea de interceptar, censurar o monitorizar ese tráfico en mucho más compleja. Es importante recurrir a proveedores que mantengan una política de privacidad razonable y confiable, que proteja al usuario, como ocurre en los casos citados, ante una posible petición de información gubernamental. La herramienta es además gratuita y con un uso absolutamente sencillo, puramente binario (conectada o desconectada), lo que facilita su adopción y se convierte en una salvaguardia para poder utilizar la red con ciertas garantías en entornos sometidos a vigilancia gubernamental o con riesgo de ataques maliciosos. Funciona en el 99% de los smartphones con Android, y viene ya incluida por defecto en la nueva versión, Android Pie, pero Google ha considerado importante difundir su existencia para que pueda ser instalada en otras versiones del muy heterogéneo parque instalado de Android.
La compañía intentó llevar a cabo una prueba discreta y reducida, pero se encontró con que, en el plazo de semanas, la herramienta se había difundido a través de todo tipo de canales entre activistas y ciudadanos no solo de Venezuela, sino de todo el mundo. Junto con el uso de VPNs y con otras herramientas de creación de redes mesh como Firechat, de la que hemos hablado anteriormente y que se hizo especialmente conocida en la llamada Revolución de los Paraguas en Hong Kong en 2014, que permiten comunicarse incluso cuando el acceso a internet desaparece, se está configurando una caja de herramientas muy interesante para tratar de preservar el uso de una internet completamente libre, al margen de los esfuerzos de algunos gobiernos por censurarla o ponerla bajo control, y protegiendo además a los ciudadanos que intentan acceder a contenidos sin riesgo de ser monitorizados.
Más de sesenta países someten actualmente a sus ciudadanos a sistemas que censuran determinados contenidos en internet, incluyendo a China, Turquía, Irán o Venezuela, que tienden a hacerlo por motivos políticos o religiosos, pero también a otros que bloquean páginas de descarga de contenidos, juego o pornografía. Lo que subyace es la idea de “proteger” a los ciudadanos impidiendo su acceso a determinados contenidos considerados maliciosos o peligrosos, pero en realidad, hablamos de simple censura, monitorización y control de los ciudadanos.
Preservar el uso de una internet libre y no censurada debería ser una de las misiones fundamentales de todas las compañías de tecnología. A medida que la herramienta sea puesta a prueba en otros países sometidos a censura, veremos cuáles son las reacciones y los resultados.
Una vez descargada, la app actúa como un interruptor, al estilo de una VPN que puede conectarse o desconectarse, y crea una conexión cifrada entre el smartphone del usuario y los servidores de DNS de la propia Google (las conocidas 8.8.8.8 y 8.8.4.4 ofrecidas al público desde diciembre de 2009), de Cloudflare (el 1.1.1.1 sobre el que hemos comentado anteriormente) o de otros proveedores, lo que convierte la tarea de interceptar, censurar o monitorizar ese tráfico en mucho más compleja. Es importante recurrir a proveedores que mantengan una política de privacidad razonable y confiable, que proteja al usuario, como ocurre en los casos citados, ante una posible petición de información gubernamental. La herramienta es además gratuita y con un uso absolutamente sencillo, puramente binario (conectada o desconectada), lo que facilita su adopción y se convierte en una salvaguardia para poder utilizar la red con ciertas garantías en entornos sometidos a vigilancia gubernamental o con riesgo de ataques maliciosos. Funciona en el 99% de los smartphones con Android, y viene ya incluida por defecto en la nueva versión, Android Pie, pero Google ha considerado importante difundir su existencia para que pueda ser instalada en otras versiones del muy heterogéneo parque instalado de Android.
La compañía intentó llevar a cabo una prueba discreta y reducida, pero se encontró con que, en el plazo de semanas, la herramienta se había difundido a través de todo tipo de canales entre activistas y ciudadanos no solo de Venezuela, sino de todo el mundo. Junto con el uso de VPNs y con otras herramientas de creación de redes mesh como Firechat, de la que hemos hablado anteriormente y que se hizo especialmente conocida en la llamada Revolución de los Paraguas en Hong Kong en 2014, que permiten comunicarse incluso cuando el acceso a internet desaparece, se está configurando una caja de herramientas muy interesante para tratar de preservar el uso de una internet completamente libre, al margen de los esfuerzos de algunos gobiernos por censurarla o ponerla bajo control, y protegiendo además a los ciudadanos que intentan acceder a contenidos sin riesgo de ser monitorizados.
Más de sesenta países someten actualmente a sus ciudadanos a sistemas que censuran determinados contenidos en internet, incluyendo a China, Turquía, Irán o Venezuela, que tienden a hacerlo por motivos políticos o religiosos, pero también a otros que bloquean páginas de descarga de contenidos, juego o pornografía. Lo que subyace es la idea de “proteger” a los ciudadanos impidiendo su acceso a determinados contenidos considerados maliciosos o peligrosos, pero en realidad, hablamos de simple censura, monitorización y control de los ciudadanos.
Preservar el uso de una internet libre y no censurada debería ser una de las misiones fundamentales de todas las compañías de tecnología. A medida que la herramienta sea puesta a prueba en otros países sometidos a censura, veremos cuáles son las reacciones y los resultados.
Por Enrique Dans.
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