El fenómeno del maltrato infantil ocurre
desde los inicios de la humanidad; la historia de maltrato a menores ocurre
desde que el ser humano se encuentra en la faz de la tierra. Por lo tanto, debe
entenderse y aceptarse que éste “es un fenómeno tan antiguo como la humanidad
misma y no una característica peculiar de la sociedad moderna” Loredo (1999),
diversas culturas a lo largo de la historia de todo el mundo lo han utilizado
como una forma de educación y crianza para los hijos. Es un problema universal que
está presente de una u otra manera; es un complejo fenómeno resultante de una
combinación de múltiples factores.
Lo cierto es, que este problema se
mantiene en el tiempo y se puede expresar en cualquier ámbito de la vida
cotidiana. Sobre este particular Corsi (1994), opina que, la violencia familiar
comenzó a abordarse como problema social grave a comienzos de los 60, cuando
algunos autores describieron el "síndrome del niño golpeado",
redefiniendo los malos tratos hacia los niños. También Cortés y Cantón (1997)
mencionan, que el “abuso infantil ha existido siempre aunque ha sido durante
los últimos 150 años cuando ha ido emergiendo como un problema social y se han
ocupado de él”. Entendiendo que el mismo causa interferencia con la evolución del
niño y el adolescente dejando secuelas que no siempre remiten con el paso del
tiempo.
En relación a esto, la OMS (2006) define
maltrato infantil como “los abusos y la desatención de que son objeto los
menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico,
abuso sexual, desatención.
negligencia y explotación comercial o de
otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad
del niño, o poner en peligro su supervivencia”. Las personas que han sufrido
algún tipo de maltrato experimentan diferentes reacciones y cada una por
individual; mas sin embargo todas se encuentran expuestas a secuelas físicas y
generalmente psicológicas que muchas veces sino son tratadas por especialistas
en la materia y un grupo multidisciplinario puede culminar en tragedia.
Por otra parte, el abuso sexual infantil,
puede incluir contacto sexual; aunque también actividades sin contacto directo
como el exhibicionismo, la exposición de material pornográfico a niños, niñas y
adolescentes (a partir de 10 años a 19 años de edad)”, el contenido que se maneje
por teléfonos móviles como los llamados “sexting”, el uso inadecuado y sin vigilancia
del internet. Todas las formas de abuso pueden ocurrir y en cualquier espacio y
contexto.
En el marco ecológico del individuo se
integran los contextos de desarrollo (microsistema, macrosistema y
exosistemas), de los cuales se derivan relevantes factores de riesgo como la
discapacidad psíquica grave de algunos padres, consumo de alcohol grave de
algunos de los padres e historia previa de maltrato de alguno de los dos
padres, en el caso del niño, niña o adolescente se derivan falta de vinculación
familiar, aceptación familiar y pobreza.
Por otro lado; los agresores son mayoritariamente
varones o pedófilos como ocurre en la mayoría de las parafilias; que, al
respecto, el Manual de Diagnóstico de enfermedades Mentales lo clasifica dentro
de los trastornos sexuales y de identidad sexual (F65.4.) y en la Clasificación
Internacional de Enfermedades, versión 10 (302.2). Los abusadores son de
apariencia normal, de estilo convencional y de inteligencia media y no
psicótica, suelen presentar rasgos de neuroticismo e introversión, así como de
inmadurez; no obstante, la pedofilia puede aparecer concomitantemente con otra
parafilia como el exhibicionismo clasificado (DSM -IV 65.2 Y CIE-10 (302.4)).
Así como también, no es infrecuente una relación entre la pedofilia y la
personalidad obsesiva. Desde una perspectiva psicopatológica, en uno y otro
caso los pensamientos intrusivos acompañados de un fuerte impulso a la acción
son causantes de malestar, que puede eliminarse o reducirse mediante la
conducta compulsiva.
Según un estudio llevado a cabo con agresores
sexuales condenados en diversas cárceles de Cataluña y Valencia (Be-neyto,
1998),” los abusadores de niños, sobre todo los intrafamiliares, tienden a ser
mayores con una edad media superior a los 35 años y con una profesión más
cualificada que los violadores”. Éstos son más jóvenes, más impulsivos, están
menos integrados socialmente y habitualmente forman parte de reductos más
marginales, en los que no son infrecuentes los antecedentes delictivos y el
consumo de drogas. Del mismo modo, el
adolescente que abusa sexualmente de otro que, previamente, ha sido víctima de un abuso
sexual exhibe una conducta sexual agresora como un comienzo muy temprano, posee
una mayor cantidad de víctimas, y es más propenso a tener victimas hombres y
mujeres y a manifestar una mayor psicopatología y problemas interpersonales.
Existen consecuencias de la vivencia que
permanecen o incluso, pueden agudizarse con el tiempo, hasta llegar a configurar
patologías definidas:
conductuales,
emocionales. sexuales y sociales
Para la prevención del maltrato podemos
establecer las siguientes vías: educación en la familia, en la escuela,
comunidad, hospitales e instituciones legales. Por todo ello, la atención que
se le ha de proporcionar a un niño víctima de abuso sexual no debe únicamente
centrarse en el cuidado de sus lesiones sino debe ser coordinada entre los
distintos profesionales prestando atención psicológica, dándole un seguimiento
a corto y medio plazo y proporcionando atención al menor y a la familia.
Sin embargo, los conocimientos acumulados
hasta ahora constituyen suficientes bases para la acción y justifican la
formulación de programas de intervención sobre las bases científicas. Por
tanto, cabe aclarar que este tema en la actualidad ha cobrado interés, pero
no el necesario para actuar de manera participativa, es decir, para implementar
nuevos programas de prevención y ayuda psicológica para padres, así como poner
en marcha los ya existentes.
*Médico
General, coordinadora del servicio de infecciones de transmisión sexual, del
Asic Boconó
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