Autora: Dra. Elsy M. Berti
Coordinadora General del Servicio de I.T.S, Programa VIH/SIDA, Médico Coordinador de la Consulta Adolescente y Directora del Club Adolescente del ASIC Boconó del Municipio Boconó. Estado Trujillo.
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DICIEMBRE 2020
La relación entre actividad física y salud en el ser humano se conoce desde la antigüedad, desde la legendaria cultura china, pasando por supuesto por Grecia y Roma. Pero solamente en los últimos 50 años estudios clínicos y experimentales han dado soporte científico a hipótesis relacionadas con los niveles bajos de actividad física y aparentemente una deficiente aptitud física. Estos factores inciden en numerosas consecuencias y no aparecen de la noche a la mañana como en las enfermedades degenerativas. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la inactividad física causa en conjunto 1,9 millones de defunciones a nivel mundial y que causa en torno a un 10% a 16% de los casos de cáncer de mama, cáncer colorectal, diabetes mellitus y aproximadamente un 22% de los casos de cardiopatía isquémica (p. 51).
Asimismo, altas tasas de mortalidad se observan en grupos de quienes realizan poca actividad física (incluyendo actualmente enfermedad causada por COVID-19), demostrando además elevada prevalencia de cierto tipo de cánceres, como el de colon. La actividad física parece disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, mejoría de la longevidad y calidad de vida. Algunos hallazgos recientes muestran que esos beneficios también pueden aparecer en individuos que se vuelven más activos y mejoran su condicionamiento.
Por ello, no es excusa mantenernos “inactivos” por situación pandemia o ahora por período navideño. Las redes sociales manejan un sin fin de programas y posibilidades que ofrecen gratuitamente desde técnicas básicas de relajación hasta entrenamientos de alto impacto para personas que acostumbran ejercitarse con alto nivel de intensidad. Los resultados indican una influencia positiva de algunos programas de ejercicio para controlar el peso corporal, afectar favorablemente la distribución de la grasa corporal y posteriormente fomentar un estilo de vida saludable. Puesto que, la actividad física produce en pocos segundos una gran cantidad de cambios corporales como el aumento de temperatura, cambios de pH, secreciones de diferentes hormonas y neurotransmisores. Además alteración en la concentración intracelular de calcio y de los estados energéticos, que influirá sobre diversos sistemas extracelulares e intracelulares.
En otro orden de ideas, la OMS considera la actividad física como “Cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que exija gasto de energía”. Por otra parte, Kriska (1997) nos advierte que los componentes del gasto energético total comprenden: la tasa metabólica basal (entre el 50 y el 70 % de la energía consumida); el efecto térmico de los alimentos (entre el 7 y 10 %) y la actividad física. Siendo este último componente el más variable, puesto que comprende las actividades de la vida cotidiana (bañarse, alimentarse, vestirse, entre otras) (p. 15). Obviamente el gasto por actividad física será mayor en los individuos activos. Mundialmente se ha observado que la inactividad física es el cuarto factor de riesgo en lo que respecta a la mortalidad mundial (6% de las muertes registradas en todo el mundo).
Por otro lado, Giannuzzi (2003) expone que la actividad física puede ser clasificada como aeróbica o anaeróbica de acuerdo a las vías metabólicas (p. 16). Para comprender de manera sencilla los conceptos de actividades aeróbicas o anaeróbicas, simplemente se refieren a la forma en el que el organismo obtiene la energía. Es decir, si precisa oxígeno, se denomina aeróbico y si no lo necesita, anaeróbico. El mismo autor demuestra que los tipos de actividad física van de acuerdo a la manera en que se efectué los movimientos tales como: De resistencia, de fuerza, de flexibilidad o de equilibrio.
Adicionalmente, de la Enciclopedia de Ejemplos (2019) se extrae un artículo disponible en línea denominado "Actividades Aeróbicas y Anaeróbicas", explicando de manera científica, concreta y entretenida que la respiración aeróbica se da cuando la energía necesaria para llevarla a cabo parte del circuito de la oxidación de carbohidratos y grasas, es decir, que requiere de insumos de oxígeno para llevarla a cabo o sostenerla en el tiempo. Mientras que, una actividad es anaeróbica cuando no requiere de oxígeno sino de procesos alternativos de obtención de energía, como la fermentación del ácido láctico o el aprovechamiento del ATP (adenosintrifosfato) muscular.
Respecto a, el ejercicio físico se considera una subcategoría de la actividad física que planeado, estructurado y repetitivo puede resultar en el mejoramiento o la manutención de uno o más aspectos de la aptitud física según refleja Giannuzzi (Ob. Cit). Hay que tomar en cuenta los objetivos que se desea lograr aparte de los que ya se han mencionado y que son necesarios para un estilo de vida saludable. Si lo que pretende es perder peso el ejercicio aeróbico le produce quema de grasas, pero es conveniente combinarlo con el ejercicio anaeróbico para incrementar la masa muscular. El mismo autor también refiere que el deporte engloba la actividad física pero introduce las reglas de juego, con límites espacio – temporales, además del concepto de agonística, es decir que siempre se hará referencia en deporte a la actividad competitiva (p. 17).
Recomendaciones Mundiales
Al respecto, la OMS ha elaborado las recomendaciones mundiales sobre la actividad física para la salud con el objetivo general de “Proporcionar a los formuladores de políticas, a nivel nacional y regional, orientación sobre la relación dosis-respuesta entre frecuencia, duración, intensidad, tipo y cantidad total de actividad física y prevención de las enfermedades no transmisibles (ENT)”. Es necesario saber lo recomendado para cada persona y las mismas están sustentadas de manera amplia y disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/physical-activity. [Consulta: 2020, Diciembre 12]
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